Si se primase el bienestar público, el debate urgente que debería estar teniendo ahora mismo Estados Unidos no es el terrorismo o la inmigración. Ni siquiera la contaminación es lo más importante. Son las drogas.

Las estadísticas oficiales aún no han podido determinarlo, porque el diagnóstico final de las pruebas de toxicología de los fallecidos puede llegar a posponerse más de un año y medio.

De los que han muerto por alguna sustancia siempre hay que quitar un pequeño porcentaje de muerte causada por el consumo sostenido o el abuso de alcohol y no directamente por la última dosis, como es en la mayoría de muertes por drogas. Pero hasta que no se determina concretamente si el sujeto ha entrado en una categoría u otra no puede incluirse su muerte en las estadísticas.

Pero los periodistas del medio han recopilado información de cientos de centros médicos por todo el país y sus resultados son sólidos. La horquilla va a estar ahí. 59.000 muertes (si cogemos el dato más modesto) puede parecer un número abstracto, pero si lo ponemos en contexto notaremos su gravedad: en 1990 perdían la vida 8.413 personas por esta misma causa. Y la cifra no ha hecho más que crecer.

Es decir, que en los últimos años el país ha visto cómo la categoría “accidente mortal”, una etiqueta que contiene las muertes involuntarias de muchos tipos (de drogas, pero también accidentes de coches y otro tipo de accidentes) ha pasado de ser la quinta a la cuarta categoría principal de muerte del país, y son las drogas las que han hecho crecer este número enormemente.

En los últimos tres años sólo las muertes anuales por sobredosis han sobrepasado a las muertes por arma de fuego en el pico de los violentos 90, las de la epidemia del SIDA de aquellos mismos años o las muertes por accidente de coche en los 70, cuando se empezó a actuar por una normativa estricta contra este tipo de sucesos.

La solución a esta crisis sanitaria tiene difícil encaje, y el horizonte no es demasiado esperanzador: la DEA ha empezado a ver cómo se extiende mínimamente el consumo del carfentanil, literalmente un tranquilizador de elefantes 100 veces más potente que el fentanilo.

En China no es una sustancia controlada, así que hay quien la está introduciendo en el país donde mueren cada año más de 15.000 personas por sobredosis de medicamentos con prescripción médica y, ahora, también 60.000 personas por sobredosis de sustancias ilegales.

Por eltiempo

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