El muro de Trump pasará a la historia como un prodigio del marketing político, y un paradigma de los peligros que entraña llevarlo hasta sus últimas consecuencias. La idea se fraguó en la excéntrica corte de asesores del magnate inmobiliario, cuando este empezaba su carrera presidencial allá por 2014. La indisciplina del candidato, incapaz de ceñirse a un guion, llevó a sus consejeros a buscar un eslogan para asegurarse de que hablara de inmigración, un asunto que habían identificado como el caballo ganador que le llevaría a la Casa Blanca.
Sucede que los demócratas lograron la mayoría en la Cámara de Representantes, y el país inicia ahora un nueva etapa de poder compartido. No financiar el muro, para los demócratas, es un símbolo de resistencia. el presidente ha abandonado repentinamente una nueva reunión con los líderes demócratas del Congreso para tratar de encontrar de una salida, encuentro que definió como «una pérdida total de tiempo». Tras cuatro años arengando sobre el tema, el presidente está atrapado en una trampa que él mismo colocó.

El muro se ha convertido en el elemento definitorio de la presidencia de Trump, y lo llamativo es que ni siquiera el sector duro lo ve como la prioridad en la lucha contra la inmigración. “Incluso los más radicales entienden que la construcción de un muro, con la enorme inversión que requiere, no frenaría la inmigración con la misma eficacia que otras medidas

El presidente, como quedó claro en su mensaje a la nación del martes, justifica ahora su solicitud de financiación para el muro alegando “una crisis humanitaria y de seguridad”. Una crisis, dijo, “del corazón y del alma”. Y mantiene la amenaza de declarar una «emergencia nacional» para construir el muro.

Por JCmedia